lunes, 23 de febrero de 2015

El Mundo

Después de tantas cosas, finalmente llegó el día en que decidió que no volvería a abrir los ojos al Mundo. Pero el Mundo soltó una irreverente carcajada y en un dos por tres, inundó cada uno de sus cinco sentidos. Mientras se partía de risa, se coló por cada poro abierto de su piel, llenándole el alma de arena, de lluvia, de viento, de sol... y de gente, sobretodo de gente.

Por primera vez en mucho tiempo, esa noche pudo dormir tranquila.

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